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CIERRA LOS OJOS: CRÓNICA DE UNA MADRUGADA DE INSOMNIO

  • lalogiaperu
  • 26 nov 2014
  • 2 Min. de lectura


“Aún hay un loco buscando que su locura vuelva… A ti.Perdón”.




Abres los ojos, son las 4:30 de la madrugada. El cielo nocturno lucha contra los potentes rayos de sol que, a pesar de ser consciente de que su batalla está perdida, sigue, con la satisfacción de que tomará su venganza un par de horas más tarde. Mientras, tú te conviertes en un espectador involuntario gracias a los tormentos de un pensamiento. Así, despierto sin tu consentimiento y con la mirada clavada al techo de madera, te quedas en cama sin casi poder respirar, gracias a esa presión que genera la angustia y el deseo de querer gritar.


Es una hora incierta, y tu cuerpo sabe que no es el momento en el que sueles despertar. Es, más bien, en el que te acostarías tras una de esas noches de juerga a las que ya no vas. Una de esas salidas en las que, gritando y cantando canciones de Maná con un par de lágrimas escondidas, mirabas crónicamente tu celular por si ella llegaba a escribir al menos un punto.


Las imágenes siguen llegando, atacan tu cabeza con rapidez, mientras no te das cuenta que el azul violáceo de la noche de esta ciudad se va transformando y… la recuerdas. La recuerdas más que nunca: Los momentos en los bares, cuartos, calles y las largas caminatas. Ella bailando, tú estupefacto por la belleza. Lo bueno, lo bueno… lo malo… lo bueno de nuevo. Recuerdas la lluvia, un emoliente y su rostro sonriente.


Crees haber logrado alcanzar el sueño, pero te das cuenta que solo estabas hundido en tus pensamientos, y despiertas de ellos.Recuerdas por qué estás así: sabes que alguna pesadilla fue carcomiendo tu tranquilo descanso y ahí estás, pensando en cada segundo, cada minuto de tu estupidez. De tus actos cojudos que alguna vez hiciste sin querer. Los cuales fueron como pequeños trozos de vidrio de algún vaso que tiraste sin querer y que tras recogerlo, alguna esquirla se le clavó en el pie. Y que, sin darte cuenta, fueron lastimando poco a poco un corazón inocente.


Sigues pensando… “perdón”, gritas en silencio. A pesar, de que eso no ayudará.Y, de repente, todo es oscuro de nuevo, intentas dormir.


Abres los ojos, son las 4:31 de la madrugada. Ya van 6 horas desde que estás así.

José Penas Prado


 
 
 

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